La designación del diputado Néstor Kirchner como secretario general de la UNASUR, es decir, como principal autoridad política continental, paralizaría la institucionalización regional y constituiría uno de los mayores despropósitos en la historia de la integración sudamericana.
No resulta razonable esperar que pueda desempeñarse con idoneidad en un cargo de semejante complejidad y delicadeza quien ha hecho de la confrontación su estilo político, quien ha sido incapaz de establecer cualquier tipo de consenso con la oposición en su propio país, quien ha avalado el clima de crispación y violencia con el que las patotas paragubernamentales intentan amedrentar al periodismo argentino, quien está imputado ante los tribunales nacionales por ser jefe de una asociación ilícita, quien ha promovido la existencia de una aduana y una embajada paralelas en la República de Venezuela y quien mantiene vínculos preferenciales con el gobierno del Coronel Chávez y recibe personajes como Antonini Wilson en la casa de gobierno.
Por otra parte, el doctor Kirchner se ha desempeñado con evidente incapacidad en la gestión de temas internacionales, ámbito en el cual ha protagonizado sonoros papelones, corriendo al rescate mediático de niños colombianos que no estaban secuestrados, declarando que el corte de los puentes que unen Argentina y Uruguay formaba parte de una causa nacional (sic), desairando a innumerables autoridades de otros países –desde la Reina de Holanda al Presidente de Rusia-, interrumpiendo el suministro de gas a Chile, incumpliendo los acuerdos comerciales con Brasil; subordinando la política exterior argentina a los intereses cortoplacistas de sectores corporativos y haciendo del aislamiento internacional y la disputa con los vecinos la marca distintiva de su gestión.
Por lo que respecta al tema específico de la UNASUR, es de destacar que el doctor Kirchner estuvo entre los pocos presidentes de la región que no participaron siquiera de su lanzamiento, celebrado en Cusco durante el año 2004 bajo el nombre de Comunidad Sudamericana de Naciones; y que a pesar de haber transcurrido ya dos años desde su firma, el tratado constitutivo de la UNASUR aún no ha sido ratificado por el Congreso Argentino ni alcanza las nueve ratificaciones que prescribe el Tratado para entrar en vigencia. Todo lo cual mantiene al acuerdo alcanzado en Brasilia en la categoría de mero acto declarativo, torna abstracta la designación de Kirchner a la secretaría general y pone en claro el desinterés del actual gobierno argentino por las cuestiones de la integración regional.
Lejos de constituir un beneficio para nuestro país, la designación de Kirchner como autoridad máxima de la UNASUR expondría a la Argentina a nuevas situaciones de desprestigio en el ámbito internacional y significaría un enorme paso atrás en la institucionalización de un bloque regional abierto, pluralista y democrático. Por todas estas razones, hacemos un llamado a la reflexión a las autoridades de todos los estados-miembro de la UNASUR, a fin de que la designación de su secretario general sea acorde al “fortalecimiento del diálogo político que asegure un espacio de concertación para reforzar la integración suramericana”, como establece su carta fundacional.