Un 9 de julio de 1816, representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, reunidos en la Ciudad de San Miguel de Tucumán, votaron por la independencia del país rompiendo los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, para recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli y toda otra dominación extranjera.
La historia no tardó en demostrar a un pueblo que lejos de la independencia, abrazaba una nueva dominación extranjera que terminaría siendo la generadora de los conflictos políticos internos y regionales en toda América. Una dominación que no requería de la imposición de fuerzas, sino del endeudamiento económico y la monopolización de los recursos en administraciones privadas extranjeras. El financiamiento y apoyo político a las élites conservadoras y jefes militares de América, lograría mantener el orden dado y acondicionado por años de endeudamiento, camufladas por las ideas de "libertad y progreso". El mayor enemigo de los pueblos libres, justos y soberanos; el capital. Es el capital el que justificó las guerras, la desigualdad, la marginación, la pobreza, la tiranía, la represión y la explotación de nuestros recursos por más de diez décadas. Capital que nunca estuvo en manos de los gobiernos patrios y soberanos. Capital que figuraba en bonos y rápidamente se evaporaba en los intereses impuestos por nuestros prestamistas indeseados. Capital que nunca se efectivizó en obras. Capital que logró entregar nuestras riquezas y administraciones al extranjero. En vez de duplicar nuestros activos, se triplicaba 'nuestro' pasivo. Esto siguió por un 9 de julio de 1916 y siguió su camino hasta el 9 de julio de 2010.
No es necesario recordar el gran crecimiento que tuvo nuestra deuda externa, los golpes de estado que ocurrieron desde la democratización de la política argentina, las obras que se prometieron y nunca se hicieron, los pueblos que fueron abandonados, las industrias que cerraron, los recursos naturales que desaparecieron o se agotaron, los trabajadores desocupados, los pobres, los marginados, los jubilados y víctimas de la injusticia e inseguridad que tuvieron que pasar largos y crudos inviernos. Una política controlada por intereses espurios y particulares, con la cual se beneficiaban unos pocos que decían ser argentinos que defendían el bien común de la Nación, entregando al malaventurado nuestro patrimonio, nuestros sueños, proyectos y esperanzas.
Una Nación jamás será libre, independiente, justa, digna y desarrollada, si no lucha día a día por el pleno cumplimiento de su Constitución Nacional; por cada palabra que se escribió con sangre, sudor y lágrimas con el fin de lograr la supremacía y legitimidad de este contrato social. Una Nación que prioriza su deber frente al otro y no obra para con los suyos, no es digno de llamarse nación, sino más bien colonia. Colonia para la subordinación, para la mendacidad, para la corrupción, para la opresión, para la mediocridad, para la explotación de los pueblos. Los pueblos que deben no viven; luchan por subsistir. Para la Segunda Independencia debemos recuperar la plena vigencia de la Constitución Nacional y obrar por su espíritu. Debemos recuperar la dignidad, el autoabastecimiento, el desarrollo, la integración a un mundo de paridad y no de jerarquías, para conseguir la libertad, la justicia y el progreso que todos buscamos.
En el 2016, se cumplirán 200 años de Independiencia. Luchemos por estos próximos 6 años para efectivizar aquella Declaración de Independencia firmada un 9 de julio de 1816. En el 2010, debemos marchar por el camino hacia el futuro, desde el presente hacia el progreso armónico. Estamos en marcha; trabajemos juntos por la Segunda Independencia.
Jóvenes en la Coalición Cívica ARI
Provincia de Buenos Aires - Vicente López
La historia no tardó en demostrar a un pueblo que lejos de la independencia, abrazaba una nueva dominación extranjera que terminaría siendo la generadora de los conflictos políticos internos y regionales en toda América. Una dominación que no requería de la imposición de fuerzas, sino del endeudamiento económico y la monopolización de los recursos en administraciones privadas extranjeras. El financiamiento y apoyo político a las élites conservadoras y jefes militares de América, lograría mantener el orden dado y acondicionado por años de endeudamiento, camufladas por las ideas de "libertad y progreso". El mayor enemigo de los pueblos libres, justos y soberanos; el capital. Es el capital el que justificó las guerras, la desigualdad, la marginación, la pobreza, la tiranía, la represión y la explotación de nuestros recursos por más de diez décadas. Capital que nunca estuvo en manos de los gobiernos patrios y soberanos. Capital que figuraba en bonos y rápidamente se evaporaba en los intereses impuestos por nuestros prestamistas indeseados. Capital que nunca se efectivizó en obras. Capital que logró entregar nuestras riquezas y administraciones al extranjero. En vez de duplicar nuestros activos, se triplicaba 'nuestro' pasivo. Esto siguió por un 9 de julio de 1916 y siguió su camino hasta el 9 de julio de 2010.
No es necesario recordar el gran crecimiento que tuvo nuestra deuda externa, los golpes de estado que ocurrieron desde la democratización de la política argentina, las obras que se prometieron y nunca se hicieron, los pueblos que fueron abandonados, las industrias que cerraron, los recursos naturales que desaparecieron o se agotaron, los trabajadores desocupados, los pobres, los marginados, los jubilados y víctimas de la injusticia e inseguridad que tuvieron que pasar largos y crudos inviernos. Una política controlada por intereses espurios y particulares, con la cual se beneficiaban unos pocos que decían ser argentinos que defendían el bien común de la Nación, entregando al malaventurado nuestro patrimonio, nuestros sueños, proyectos y esperanzas.
Una Nación jamás será libre, independiente, justa, digna y desarrollada, si no lucha día a día por el pleno cumplimiento de su Constitución Nacional; por cada palabra que se escribió con sangre, sudor y lágrimas con el fin de lograr la supremacía y legitimidad de este contrato social. Una Nación que prioriza su deber frente al otro y no obra para con los suyos, no es digno de llamarse nación, sino más bien colonia. Colonia para la subordinación, para la mendacidad, para la corrupción, para la opresión, para la mediocridad, para la explotación de los pueblos. Los pueblos que deben no viven; luchan por subsistir. Para la Segunda Independencia debemos recuperar la plena vigencia de la Constitución Nacional y obrar por su espíritu. Debemos recuperar la dignidad, el autoabastecimiento, el desarrollo, la integración a un mundo de paridad y no de jerarquías, para conseguir la libertad, la justicia y el progreso que todos buscamos.
En el 2016, se cumplirán 200 años de Independiencia. Luchemos por estos próximos 6 años para efectivizar aquella Declaración de Independencia firmada un 9 de julio de 1816. En el 2010, debemos marchar por el camino hacia el futuro, desde el presente hacia el progreso armónico. Estamos en marcha; trabajemos juntos por la Segunda Independencia.
Jóvenes en la Coalición Cívica ARI
Provincia de Buenos Aires - Vicente López